viernes, 12 de febrero de 2016

El colectivo Euphonia se ha lanzado a la aventura. Si seguimos encontrando resonancia en otras personas, si logramos contagiar el idealismo que nos impulsa y demostrar la devoción de nuestro trabajo, entonces, alguna mañana de un futuro cercano el PianoMóvil - ése espléndido piano de cola cargado de idearios y de imaginarios - estará listo para partir.

Hay mucho de simbolismo en ese esfuerzo por transportar un instrumento tan pesado y tan voluminoso. Tanto piano como escenario serán de la mejor calidad posible. Queremos representar con ello que aún las veredas más alejadas merecen una consideración de primera. El PianoMóvil intenta tomar esos sonidos de exclusiva (los producidos por los mejores pianos de cola en las mejores salas de concierto en las ciudades) y llevarlos al barrio, al corregimiento, a la vereda. Sin reducción de costos. Sin decirse "si llevamos un piano pequeño de menor calidad, nadie notará la diferencia". El músico que toca en el concierto se prepara como si tocase frente a la audiencia más entendida, y toca con lo mejor de sus capacidades, sin decirse "Si no me exijo tanto y toco mediocremente, nadie lo notará". Se esfuerza en dar lo mejor de si, porque le importa la gente para la que toca.

¿Puede compararse un concierto del PianoMóvil con uno de las salas de concierto en las grandes capitales del país y del mundo? Ciertamente no. ¿Podemos dar todo de nuestra parte para que esa experiencia de concierto sea tan edificante como sea posible? ¿Podemos adaptar nuestra aspiración artística a los imperativos del contexto?

El acto de esforzarse por lo mejor imaginable a pesar de la adversidad es la esencia del mensaje del PianoMóvil. Este acto representa el proceder que desearíamos ver a nuestro alrededor, en nuestras instituciones, en nuestros gobernantes. ¿Dan lo mejor de sí nuestros líderes por la sociedad que lideran cada día? ¿Damos nosotros mismos, en nuestra relaciones de todos los días, lo mejor de nosotros? Compartiremos una de las lecciones que nuestro arte nos ha dejado: "para obtener lo posible, hay que aspirar a lo imposible". (1)

Queremos también visibilizar y resaltar historias de la práctica musical porque creemos haber encontrado en ellas valores de importancia para nuestra sociedad. Aquellos que se aferran a sus ideales en medio de la adversidad saben cuán importante llega a ser el simple hecho de saber que alguien observa y valora sus esfuerzos.

¿Dónde están estas historias tan extraordinarias?  Bueno pues, prácticamente, en todas partes. Una rápida búsqueda en archivos de prensa nos llena de ejemplos. La historia de un profesor de música que arriesga su vida por los niños de Toribío, al nororiente del Cauca, intentando crear orquestas infantiles en medio de una de las zonas históricamente más atacadas por la guerrilla. http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/profesor-cambia-sonidos-guerra-toribio-por-notas-paz

Una estudiante de 14 años, víctima de matoneo estudiantil, cuya desgarradora historia reseña la indiferencia de compañeros, rector, sistema de salud, sistema de justicia. ¿Su inspiración y soporte? El amor incondicional de su familia y su sueño de convertirse en directora de la Orquesta Sinfónica de Colombia. http://www.elespectador.com/noticias/judicial/yadira-sobreviviente-del-matoneo-articulo-418786

Una profesora de música del distrito, madre soltera, que lucha con menos de un salario mínimo por darle a su hija en situación de discapacidad una vida y una educación dignas, y cuyo valiente llamado al Ministerio de Educación habla por todos los estudiantes y maestros de Colombia. https://www.youtube.com/watch?v=N1sg0uZ_qb4

O un talentoso pianista de salsa a quien acaso el lodo de la adversidad haya opacado su luz verdadera, reduciéndolo a ser un habitante de la calle. https://www.youtube.com/watch?v=Av2Y7aRwyqc

Son, por supuesto, casos al azar entre muchos otros. Esto sin decir nada de los miles de estudiantes a quienes las circunstancias les dan la espalda, que no titubean de cara a la adversidad, y que escogen el camino de la dedicación y del esfuerzo.

A través de la música, miles de niños y jóvenes aprenden y se ejercitan en el difícil arte de rechazar formas superficiales y perniciosas de riqueza, que tan a menudo nuestro entorno les propone, porque han descubierto en su interior algo de aun más alto valor: la posibilidad de explorar y de desarrollar su potencial, la felicidad de cultivar y de hacer florecer aquello que es bueno y mejor en sí mismos.

En su dedicación sin reservas a la búsqueda de algo valedero, en su ausencia de interés en someter a otros, en las huellas duraderas que su actividad deja a su paso, y en el coraje que despliegan cuando el arte les llama a medirse ante la historia y ante la humanidad, estos músicos representan elocuentemente mucho de lo que los colombianos aspiramos y podemos llegar a ser.

¿Puede un concierto ambulante en verdad representar todas esas cosas? Tal vez. Tal vez no. No podemos asegurarlo. Para el músico, hay tanto esfuerzo detrás de cada nota, tantas horas y tantos años dedicados a dominar un gesto, un movimiento, una manera de respirar, que casi soñamos que el poder de la música bastara para cambiar el mundo. Pronto aprendemos, por supuesto, que el mundo no funciona de esa manera. Esperamos ciertamente que al menos algunos colombianos en el camino disfruten desprevenidamente la música, y que algunos observadores se sientan intrigados por las preguntas y reflexiones que suscita este piano móvil.

Pero de una cosa sí podemos estar seguros: Para aquellos que decidan seguirnos en este viaje y unirse a la construcción de este proyecto; para los que participemos con la actitud sincera de redescubrir nuestro país desde una óptica renovada, listos a dar lo mejor de nosotros y a dejarnos descubrir lo que este viaje tenga para enseñarnos, son ciertamente nuestras vidas las que habrán cambiado para siempre.

1) Heinrich Neuhaus, El arte del piano.

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